No sentíamos lo mismo
Me dijo: “Lo lamento, pero no siento lo mismo por ti ”. Entonces mi estómago se encogió y mis tripas se volvieron de cemento. Pero al poco, haciendo recuento de daños, caí en la cuenta de que yo mismo desconozco en muchas ocasiones lo que siento. Tan solo intento que mi voluntad, a modo de tembloroso candil, me conduzca a través de esa engañosa penumbra que llamamos sentimientos.
Entonces pienso si acaso a todo el mundo le sucede algo parecido. Odiaría que fuese así. Honestamente, prefiero ser el único ser sentimentalmente desorientado sobre la faz de la tierra porque, de lo contrario, ¿qué sentido tiene todo esto? Nos encontramos y desencontramos una y otra vez, anhelando encontrar a ese ejemplar de homínido que comparta de forma recíproca y e inequívoca nuestros sentimientos.
Sentimientos cuya verdad, de ser ciertas mis intuiciones más pesimistas, se nos escapan entre los dedos, juegan sin parar al ratón y al gato, se confunden continuamente con nuestros deseos.
Esta noche es gélida pero sorprendentemente clara: es raro que en Madrid se vean las estrellas.
Pero alzo la vista y las observo durante un buen rato.
Me encojo de hombros.
“La naturaleza humana”, pienso.
Pero de camino a casa, me asalta la duda: ¿Y si los dos sentíamos lo mismo pero ni siquiera lo sabíamos?
Otra nueva vuelta al punto de partida.
Otra pregunta sin respuesta científicamente válida.
Otra vez la misma mierda.
De modo que sigo caminando y poco a poco me olvido del asunto.
Ahora solo me queda llegar a casa y escribir sobre todo esto.
Comentarios
Leo dijo:
¡Te estaba buscando!
Alejandro Zavala dijo:
Primero que nada, que bueno es saber que estás bien, echaba de menos tus relatos, soy fiel seguidor de tu trabajo desde hace unos cuantos años. Es lindo es tenerte de vuelta en esta aldea digital.
Abrazo desde México.